¿Y si no me gusta la Navidad?
Parece que las navidades nos deben gustar sí o sí, ¿verdad? ¿y sí no es así?...
La Navidad parece que es imperativo de felicidad, sinónimo de alegría, y época donde estar triste está totalmente prohibido.
Pero si a pesar de todo esto, me sigue sin gustar la Navidad, ¿qué ocurre?
Cuando la Navidad llega, no lo hace sola, llega con todos sus rituales, que si encender las luces navideñas, que si poner el árbol, el belén, el turrón, que vuelve a casa fiel a su cita, la cena de empresa, reunir a toda la familia, los anuncios de Navidad, los Reyes y, como colofón, los esperados regalos...
Una época de obligada felicidad, de alegría y de solidaridad, en muchas ocasiones consumista, y que dicho sea de paso, deberíamos practicar mucho más a menudo y no de año en año.
¿Pero porqué pensamos en la Navidad y lo hacemos como si en esta época sólo hubiese espacio para la felicidad? ¿quién ha dicho que en las navidades tengamos que ser obligatoriamente felices?
La felicidad como cualquier otro sentimiento no puede forzarse.
Se siente o no se siente, y esto no va en función de un calendario, ni mucho menos de que estemos o no en Navidad.
Los sentimientos no entienden de fechas, son atemporales y por ello, pueden llegar en cualquier momento, sin esperarlos y mucho menos sin forzarlos.
Si bien es cierto, a todos nos gusta celebrar acontecimientos, fechas, e incluso momentos insignificantes pero que para nosotros tienen muchísimo valor más allá de ellos.
Momentos que nos gusta celebrar, siempre y cuando lo hagamos con ilusión y convencidos de lo que estamos haciendo.
Pero si analizamos el poder envolvente que tiene la Navidad, caemos en la cuenta de que te gusten más o te gusten menos, no puedes escapar de ella...
Es muy común escuchar frases como “no me gustan las navidades”, "es una época triste", “si pudiera las quitaría del calendario”, “ójala cerrara los ojos y al abrirlos estuviéramos en el 7 de enero”...
Visto así cuesta creer que unas fechas concebidas como algo entrañable puedan generar tal rechazo.
Tanto es así que muchos son los casos en los que se llega al extremo de odiarlas, y pasan a convertirse en unas fechas pensadas para sobrevivir.
Lógicamente detrás de este rechazo hay motivos suficientes para sentirse así.
Lo que ocurre es que en muchas ocasiones no los tenemos en cuenta, y hacemos de estas personas que no simpatizan con la Navidad, unos “incomprendidos navideños”.
Parece que ir en contra de la corriente los aisla, y, en muchos casos, reciben con incredulidad el trato que les dispensan los que sí disfrutan del espíritu navideño, que no entienden cómo puede haber gente que no vea, ni sienta la felicidad en esta época.
Causas por las que no me gusta la Navidad
1. Una cuestión económica
La Navidad es una época donde el gasto se dispara, y en muchos de los casos, éste viene precedido de un año complicado, donde ha costado llegar con dificultades a final de mes.
La sociedad no entiende de estas cosas, y te obliga a seguir el ritmo de los demás, sobre todo cuando hay peques en la familia que desean tener todo aquello que sus amigos tienen.
2. Otras de las causas podría ser la locura social
El tiempo que dedicamos para que todo salga perfecto, los regalos y la preocupación de si gustarán o no, lo que cocinaremos para esas noches tan especiales, el bullicio allá donde vayamos...
Podemos decir que la Navidad, en lugar de generar paz y tranquilidad, puede generar todo lo contrario, ansiedad, sensación de agobio y preocupación.
Además, esto no ayuda a personas que no son muy sociables, la llegada de la Navidad les es muy contraproducente, son conscientes de que estas fiestas son para relacionarse, y eso no va mucho con ellos.
3. Tensión familiar
Algo que únicamente nos debería aportar cosas buenas, en muchas ocasiones nos aporta todo lo contrario.
El reunirse en familia no nos garantiza un final feliz como en los cuentos, estas reuniones tienen la particularidad de forzar encuentros que quizás no deberían producirse.
Encuentros que pueden generar tensiones innecesarias y que provocan más cosas negativas que positivas.
4. La presión de la felicidad
Esta cuarta causa genera gran malestar y desazón en estas personas, sobre todo, cuando han sobrevivido a un duro año.
La falta de trabajo, problemas económicos o, en ocasiones, problemas personales ... no ayudan
La obligatoriedad de tener que ser felices se convierte en un problema que no les permite disfrutar como deberían.
5. Una pérdida familiar o la lejanía de los seres queridos
Este es uno de los factores más desequilibrantes para una persona en dichas fiestas.
Su entorno no es el ideal o el que la Navidad se ha encargado de fijar como apto para dicha celebración.
Los recuerdos y la nostalgia les juegan una mala pasada y se instalan junto a ellos durante esos días, obstáculo que les impide disfrutar de lo que verdaderamente son las navidades.
Ante esta situación, muchos de ellos pueden llegar a deprimirse.
La Navidad se puede llegar a convertir para estas personas en una época especialmente dura cuando se echa de menos a aquellas personas que ya no volverán a estar entre ellos.
Lo único que nos queda es intentar sobrellevar lo mejor que podamos este torbellino de emociones con las que irrumpe la Navidad.
Una de las mejores opciones que tenemos es hacerlo de la mano de los niños que hay en la casa.
Cuando crezcan ya tendremos tiempo de renegar de estas fiestas, de la nostalgia, del bullicio, y de la tristeza que nos generan, mientras tanto, disfrutemos junto a ellos de estos días.
Y los que mejor la entienden y la ponen en práctica son los niños, auténtico motor de estas fiestas que nos permiten, año tras año, seguir enganchados a la magia navideña.Y recuerda, canta villancicos.
Si necesitas planes para sobrevivir a estas fechas, QdOcio te ayuda...
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